Día común en el Tercer año - Sección "A" del Reclutorio para Menores Castro Tangüis. Sólo hasta después del término de la campana del primer descanso ... ¡sí, descanso! llamémoslo así porque recreo era siempre, desde la entrada a la salida.
Tras la falta de un profesor, el salón hizo una gran fiesta en honor a su ausencia... realmente no recuerdo que pasó en esos momentos de carnaval; pero lo que sí recuerdo lo narraré a continuación:
-¡Yaaaara!, ¡Yaaaaara!- viene el platillo voladorrrr ... Todos a sus asientos, bien peinados, esperando con una sonrisa inocente a nuestro visitante del día. Estatura media , cuerpo promedio y borceguis tan antiguos como la guerra con Chile pero tan cuidados a la vez, su rostro era lo único diferencial en una persona de descripción "promedio"... Cara de Nabo -le decian- y sería nuestro baby-sitter por estas 2 (ahora largas) horas. Más de uno rogamos porque el profesor de turno llegue de inmediato; pero eso sería tan imposible como ver con trenzas al Director del Plantel.
-¿Qué pasa acá?- Nabo gritó con voz de cachaco. Nadie osaría responder a su interrogación y mucho menos contarle que fue lo que verdaderamente pasó en ese momento. En forma de disculpas por el alboroto ocasionado; la clase gritó unánime: No ha venido el Profesor. Esta última frase sonó como un dulce manjar para Nabo, quien bajo su frustración de no haber concluido su carrera militar, se disfrazaba como si fuese el Coronel de la Primera Brigada de Infanteria Militar y nos hacía participar en este juego cuasi virtual como su Pelotón a cargo.
Fue así como dividió la clase en 2: el personal activo (los hombres) y los rezagados (las chicas). Para nosotros, su pelotón activo nos tendría preparado uma gran sorpresa que no se borrará de la mente de ningún soldado que haya estado presente en ese momento, dentro de ellos, su narrador.
Nos llevó a paso ligero en columnas de 3 hacia los servicios higiénicos... ¿Qué diablos hariamos en esa misión? ¿Qué guerra se cocinaba entre cejas este condenado Nabo?... pues sería "la peor de las guerras".
-¡Arriba las manos y abajo los pantalones!-
-¿No entienden?... ¡Abajo los pantalones señores!, hoy tenemos revisión de calzoncillos, vociferó Nabo.
El pelotón se quedó paralizado ante la orden absurda, ilógica, indignante, y por demás estúpida de nuestro Coronel. Pero solo bastó un grito más para que la gente se mirase uno al outro y telepáticamente gritaramos en conjunto: ¿¡Acaso está loco!?. Sin embargo, dentro del pelotón algunos eramos rebeldes, lamentablemente otros no, y fue este pequeño grupo quienes empezaron a bajarse los pantalones para mostrar sus ropas íntimas.
Ropa Íntima. Sí, damas y caballeros sólo podría llamarse de esa manera, porque eran tan íntimas para cada uno que en ese momento se develarían parte de la personalidad de cada miembro del Pelotón. Ahí estaban los rockeritos, con calzoncillos impresos con grupos como Menudo y hasta Parchis. Estaban los estilo Tarzán con calzoncillos con texturas de junglas y colores selváticos, tigres y leones con caras poco amigable que me hacian recordar los tapa barro de los camiones de carga. Estaban los más mimados, con calzoncillos con Toppo Giggio, Smile y bolitas de color pastel. Estaban los ambientalistas con calzoncillos reciclados que le sacaban el jugo tanto por fuera como por dentro día a día, mostrando agujeros en la capa de Ozono. Estaban los clásicos con calzoncillos tipo Boston para mayores de 65 años, aquellos que sólo los puedes volver a ver en un museo. Estaban los gangsters con calzoncillos de franjas y rayas al estilo Al cappone. Otro, muy Fermin-Tangüista, en vez de calzoncillo lucía orgulloso el short del Colegio (Acaso no nos tocó Educación Física el dia de ayer?.. me mareé nauseabundo al quererme responder)... y Así fuimos desfilando y modelando nuestras más íntimos secretos.
La revisión individual duró más por los piropos lanzados del resto que por la revisión en sí misma. Después de haber estado 15 minutos conviviendo entre calzoncillos y olor a baño parecía que la camaradería del grupo aumentó a un nivel de hermandad. No teniamos más porque ocultarnos, ya no.. nos conocimos mucho más y dejamos de lado el pudor y la verguenza. Cabe resaltar que algunos pocos no quisieron bajarse los pantalones y tuvieron que quedarse a solas media hora más con Nabo... ¿que podría ser más indignante que mostrar un calzoncillo de Topo Giggio ante tus compañeros?, pues sólo imagínense que escondería el otro.
Llegamos al salón como si hubiesemos sobrevivido Vietnam. Con ese alivio que sólo quienes pasamos por esa Guerra comprenderemos realmente. Después de aquello sellamos un pacto común y tácito de no revelar este secreto de Guerra a el cuerpo inactivo (las chicas). Fue así, hasta ahora en el cual hago esta catarsis de Post Guerra que nadie comentó jamás. Soldado Ryan.
\ XyXzen ®
3 comentarios:
una mañana juntos en el cole... lejano /
un militar viéndote en ropa interior... bizarro /
Magaly O. con sus zapatillas 'riboc'... sin palabras /
nuestra 'subversiva' amistad renacida... eso, eso es lo máximo!
Soy testigo presencial de aquel incidente producido hace algun tiempo, fue realmente un momento de gran tension, un momento surrealista en el que se extirpaba sin piedad parte de nuestro ser.
Si no recuerdo mal el prof fue con los chicos al baño mientras a nosotras nos miraban los pies delcalzos
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